
En el verano de 2012 me encontraba celebrando mi cumpleaños y el de mi cuñado en su parcela en Pirque. Había gran cantidad de invitados, todo era alegría, algarabía y pasarlo bien, sin embargo, al momento de acercarme a mi padre, éste me cuenta que se encontraba un tanto incómodo, porque andaba hace un par de días con un malestar y dolor importante en su cuello. No le di mucha importancia y le dije que se tomara un buen whisky y que con eso pasaría.
Al día siguiente, mi madre me llama y me dice que mi padre no sigue nada de bien y que el dolor ha ido en aumento, así que decide llevarlo al médico. Luego, me relata que le practicaron varios exámenes y que tiene algunos resultados, pero no los entiende, debido a su tecnicismo. Con los exámenes en mano y muy preocupado, envío éstos donde un amigo neurocirujano para que me diga realmente qué es lo que tiene o padece mi padre. Más tarde mi amigo me relata que lamentablemente los exámenes arrojan como resultado que tiene un severo cáncer a los huesos, el cual provocó una fractura en la cervical C3 y debía internarse de forma urgente, ya que esperar más tiempo podía significar que quedara cuadripléjico o peor aún que muriera. Esta noticia fue un golpe muy fuerte que como familia debimos afrontar. El doctor nos recetó un cuello ortopédico y ordenó a mi padre internarse inmediatamente.
Mi vida hasta ese entonces era de altos y bajos, por ejemplo en lo económico había problemas, ya que apenas llegábamos con mi sueldo y el de mi mujer a fin de mes. En ese entonces vivíamos con mi suegra que se encontraba con un cáncer hepático importante.
Con gran esfuerzo logramos internar a mi padre en el Hospital Clínico de la Universidad de Chile para que lo pudieran estudiar y practicarle los exámenes necesarios. Mi padre no tenía previsión, eso significaba que a medida que pasaban los días la cuenta de su hospitalización seguía subiendo. Mi madre me relata que justo hace algunos años había adquirido un seguro oncológico que podía activar, pero que necesitábamos trasladar a mi padre de clínica para que este empezara actuar, ya que no trabajaba con la institución en la que se encontraba.
Fueron días muy difíciles para nuestra familia y para mí. Ahora sólo faltaba que el doctor a cargo diera la autorización para poder trasladar a mi padre de clínica y así poder dar uso al seguro oncológico que tenía. Me fui muy temprano a la clínica para poder hablar con el doctor, sin embargo no aparecía, el tiempo pasaba y nada, hasta que en un momento llegó mi inmensa buena fortuna de encontrarme con la hermana de mi padre, mi querida tía Juanita, que me invita a tomarnos algo a un café. Accedí y le dije que me serviría para despejarme un poco. En el café conversamos un rato, ella veía que yo estaba muy preocupado y triste por todo lo que pasaba.
Después de conversar un poco, y viendo lo afligido y complicado que me encontraba, me habla de la SGI y del Budismo Nichiren. Escribe sobre un pedazo de papel la frase Nam-myoho-renge-kyo y me dice que repita esa frase cuantas veces pueda con mucha fe y convicción imaginando lo que quiero o necesito. Me dijo que esta enseñanza cambiaría mi vida, y así fue.
Me habló también de que todo es causa y efecto y que el significado de la frase es un tanto complicado de entender en tan poco tiempo, pero me serviría si lo aplicaba. Luego me fui del café y empecé a entonar la frase tal cual me lo había dicho, sin saber y entender, pero con mucha fe y convicción. Al momento de ingresar a la clínica y de una forma casi “mágica”, encuentro al doctor bajando por la escalera tal y cual lo había imaginado, con delantal blanco y su estetoscopio colgando. Me dirigí de inmediato a él y le pedí hacer el traslado urgente de mi padre al otro centro de radio medicina; él accedió amablemente. Realizamos el traslado de mi padre sin problema a la otra clínica (Tabancura), efectuamos todos los trámites pertinentes gracias a la gran ayuda que me brindó mi esposa Carolina y de esa forma comenzó a funcionar el seguro oncológico.
El plan a seguir del médico a cargo era operar a mi padre fijando de manera correcta su columna, para luego iniciar rápidamente el proceso de radio y quimioterapia para estancar su agresivo cáncer.
Llegó el día de la operación a su cuello, lo dejamos en pabellón deseándole que todo saliera bien, brindado todo nuestra fe y apoyo y nos fuimos con mi madre y hermano a almorzar a un lugar cercano. Mientras almorzábamos mi hermano Pablo recibe una llamada del doctor que estaba operando en ese momento a mi padre, le cuenta que éste había sufrido un paro cardíaco y que se encontraban realizándole una reanimación, y que por favor nos dirigiéramos de forma urgente donde él.